domingo, 12 de dezembro de 2010

El peligro de la desaparición de los bosques. Cristian Frers


    La superficie forestal total mundial asciende a algo más de 4 000 millones de hectáreas, el 31 por ciento de la superficie terrestre total. La pérdida neta anual de bosques en el periodo 2000-2010 equivale a una superficie similar a la de Costa Rica. (Foto: hayedo en Cantabria. L. Cavero). Sudamérica y África experimentaron las mayores pérdidas netas anuales de bosques en el periodo 2000-2010, con 4 y 3,4 millones de hectáreas respectivamente. Oceanía también registró una pérdida neta, debida en parte a la grave sequía en Australia desde el año 2000.


La deforestación indiscriminada es una de las peores cosas que le puede pasar a nuestro planeta en este momento, dado que los árboles cumplen con muchísimas otras funciones además de suministrar madera para el beneficio del hombre. Los bosques son fuente de alimento, de refugio, de combustible, de vestimenta y de medicamentos para mucha gente. Son el albergue en la biodiversidad y juegan un papel preponderante en la fijación del dióxido de carbono que emitimos masivamente y que perturba peligrosamente al clima: 40% del carbono terrestre se halla almacenado en la vegetación y en los suelos forestales. Es por estas causas que la deforestación indiscriminada y sin un correcto plan de renovación puede traer consecuencias muy graves en la vida de nuestro planeta y repercutir de lleno en la sociedad del hombre.

Hace unos 10.000 años la mitad de la superficie del planeta estaba cubierta por bosques. Debido a la acción del hombre cada semana desaparece, a nivel mundial, una superficie forestal equivalente a una cancha de fútbol por segundo. Sin embargo, muchos expertos consideran que la deforestación ha disminuido en los últimos 10 años continuando a un ritmo alarmante en muchos países.

A nivel mundial, se han convertido a otros usos o se han perdido por causas naturales 13 millones de hectáreas de bosques anuales entre 2000 y 2010, en comparación con 16 millones de hectáreas anuales durante la década de 1990.

Brasil e Indonesia, que registraron las mayores pérdidas de bosques en los 90, han reducido considerablemente sus tasas de deforestación. Además, los ambiciosos programas de plantaciones forestales en países como China, India, Estados Unidos y Vietnam - combinados con la expansión natural de los bosques en algunas regiones - han añadido más de siete millones de hectáreas de nuevos bosques, cada año.

Como consecuencia, la pérdida neta de superficie forestal se ha reducido de los 8,3 millones de hectáreas al año de la década de 1990 a 5,2 millones de hectáreas anuales entre 2000 y 2010.

La superficie forestal total mundial asciende a algo más de 4 000 millones de hectáreas, el 31 por ciento de la superficie terrestre total. La pérdida neta anual de bosques en el periodo 2000-2010 equivale a una superficie similar a la de Costa Rica.

Sudamérica y África experimentaron las mayores pérdidas netas anuales de bosques en el periodo 2000-2010, con 4 y 3,4 millones de hectáreas respectivamente. Oceanía también registró una pérdida neta, debida en parte a la grave sequía en Australia desde el año 2000.

La deforestación ya es uno de los principales problemas en Argentina y parece acelerarse cada vez más. Las consecuencias sociales, económicas, climáticas y hasta estratégicas, son de una dimensión considerable.

Desde comienzos del siglo XX, Argentina perdió dos tercios de la superficie de su bosque nativo. En los últimos años, la deforestación superó las 200.000 hectáreas anuales, siendo la región chaqueña la de mayor reducción de cobertura forestal.

La aceleración alarmante de este proceso, se debe a dos grandes temas: la especulación inmobiliaria y la visión de corto plazo de actores del sector agrícola, por lo que hoy el desmonte constituye el más grave problema ambiental, social y económico del país. Para peor, la pérdida de bosques nativos ha demostrado ser irrecuperable, cuando se ha tratado de revertir situaciones parecidas.

Estos bosques son también el territorio de miles de pequeñas comunidades campesinas, pueblos originarios y criollos, que dependen de ellos cotidianamente. Para las comunidades que viven en y de los bosques, éstos constituyen su casa y su fuente de subsistencia. La tasa actual de desmonte significa su expulsión hacia la pobreza suburbana.

Existen diversas medidas encaminadas a frenar el proceso de deforestación. Por un lado, los programas forestales de cada país deben hacer partícipes a todos los interesados e integrar la conservación y el uso sostenible de los recursos biológicos. Asimismo, las capacidades nacionales de investigación forestal deben mejorarse y crear una red para facilitar el intercambio de información, fomentar la investigación y dar a conocer los resultados de las distintas disciplinas. Es necesario llevar a cabo estudios que analicen las causas de la deforestación y degradación ambiental en cada país, y debe fomentarse la cooperación en temas de transferencia de tecnología relacionada con los bosques, tanto Norte-Sur como Sur-Sur, mediante inversiones públicas y privadas, empresas mixtas, entre otras medidas. Por otro lado, se requieren las mejores tecnologías de evaluación para obtener estimaciones fidedignas de todos los servicios y bienes forestales, en especial los que son objeto de comercio general. Mejorar el acceso al mercado de los bienes y servicios forestales con la reducción de obstáculos arancelarios y no arancelarios al comercio, constituye otra de las vías posibles, así como la necesidad de hacer un uso más efectivo de los mecanismos financieros existentes, para generar nuevos recursos de financiación a nivel nacional como internacional. Las políticas inversoras deben tener como finalidad atraer las inversiones nacionales, de las comunidades locales y extranjeras para las industrias sostenibles de base forestal, la reforestación, la conservación y la protección de los bosques.

Pero… Que sucede en Argentina con respecto a la Ley de Bosques? El proyecto de Ley de Presupuesto 2011, enviado al Congreso, asigna sólo $ 300 millones para este fondo. Esto representa menos del 27% de lo establecido en la Ley de Bosques sancionada en 2007.

Desde 2007, el financiamiento para los bosques nunca se hizo efectivo. En su artículo 31, esta ley establece que el fondo debe constituirse con, al menos, el 0,3% del presupuesto nacional de cada año. Sin embargo, esto no sucedió hasta el ejercicio 2010, en el que se le asignó “un monto máximo de $300 millones” (Ley 26546, Presupuesto Nacional 2010, art. 23), es decir, menos del 37% de lo que correspondía en aquel momento.

En el transcurso del año 2010 casi la mitad de este monto fue reasignado al programa Fútbol para Todos y otra parte se destinó a otro programa de conservación de bosques pero de características muy diferentes, ya que está principalmente destinado a tierras públicas y no se exige el ordenamiento territorial.

El fondo debería contar en 2011 con, al menos, $1.119 millones que se destinarían: un 30% a las jurisdicciones provinciales para mejorar sus mecanismos de control y de asistencia técnica; y el 70% directamente a los propietarios de bosques por los servicios ambientales que ofrecen, haciendo de esa manera viable el mantenimiento de estos servicios para todos los argentinos.

Quizás la mayor causa potencial de deforestación se encuentre en el futuro: el cambio climático. Si el efecto invernadero eleva la temperatura del planeta, los bosques no podrán seguir sobreviviendo en sus localidades presentes. Algunos tendrán que subir las laderas montañosas o migrar hacia ambientes más frescos o más húmedos. Pero, a diferencia de las condiciones que siguieron a la última Edad de Hielo, el calentamiento global probablemente suceda demasiado rápidamente para que los bosques puedan adaptarse.

Es importante evitar la degradación del bosque para reducir las emisiones de carbono, preservar la biodiversidad y mantener servicios críticos para las personas, especialmente las comunidades locales y grupos indígenas. Muchas veces, la degradación de bosques es un proceso en el cual áreas de bosque natural son gradualmente transformados en tierras degradadas o convertidos a otros usos. Manejar los bosques para evitar la degradación es muchas veces una estrategia clave para prevenir la deforestación.

Estoy convencido de que no existe un día específico para cuidar nuestro ambiente sino que es casi una obligación de todos contribuir con el ambiente todos los días del año si queremos luchar por una vida mejor. La deforestación es una catástrofe ecológica tanto para los seres humanos como para otras especies de seres vivos.

Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social – E-mail: cristianfrers@hotmail.com

Fonte: Agentes Forestales

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